miércoles, 21 de julio de 2010

Diseño de interiores






"No hay peor gestión que la que no se hace"

Hoy pintamos nuestro salón.
Mientras la pintura se secaba, ellos y yo nos empapábamos de alegría.
Si de mí dependiera, congelaría esas sonrisas para siempre.


jueves, 15 de julio de 2010

Los cuentos de Don Pascual

Muchas noches, antes de ir a dormir, mi padre me narraba un cuento.
Entre delirios inventivos e intentos desesperados por lograr mi "tengo sueño" una noche le dio en la tecla con un personaje que me robó el corazón.
Don Pascual. El hombre que hacía dormir a cualquier niño.
Este anciano, alto, pelado, con una gran barba amarilla que hacía las veces de turbante, vivía en una casita en el Cerro de Montevideo.
Dormía durante el día porque cada caída del sol significaba para él un nuevo desafío. Sus noches eran muy largas.
Pero Don Pascual amaba su trabajo.
Una de las cosas que más me gustaba era su bicicleta. Era una de esas bicis con una rueda gigaaante y otra más pequeña. En un costado, Don Pascual tenía una gran mochila que oficiaba de alacena por si en el trayecto se le antojaba un bocado o tenía sed. En el otro, llevaba un baúl de gran capacidad con los artefactos más insólitos; juguetes de toda clase, instrumentos musicales caseros, libros y otras especies. Por supuesto, esa gran bicicleta que él mismo fabricó, tenía además su paraguas incluído y una radio sintonizada en AM; allí escuchaba sus boleros y tangos favoritos. Tarareando acortaba caminos.
Lo cierto es que este señor era famoso en toda la ciudad. Todas las noches recibía cientos de pedidos y demandas de padres agotados: "... es que María tiene miedo Don Pascual, ve monstruos en la oscuridad, se quiere pasar a nuestra cama pero creemos que ya está grande, sólo duerme con la luz prendida y ya no damos a basto con la cuenta de UTE"..."...¡Ay Don Pascual!, resulta que Pablo sólo duerme con un osito de peluche que perdimos hoy en la feria...llora y no podemos consolarlo...necesitamos de su creatividad e ingenio...¿podría venir esta noche por favor?...".
Ante estas solicitudes Don Pascual nunca se rendía. Y ahí venía la mejor parte. El diálogo con los niños, el baúl que se abría y ZZZzzzzzz...asunto terminado.

Mi padre siempre se las arreglaba para que cada historia de Don Pascual fuera única. Si me concentro un poco todavía puedo escucharlo narrarlas. De esos lujos que me da la memoria...

lunes, 5 de julio de 2010

De cómo se vive el mundial










Muchas veces me sorprendí amargamente de los efectos del fútbol en las personas. Los fanatismos (siempre desmedidos) y sus respectivas manifestaciones violentas. El poder en manos de pocos. Los sueldos elevadísimos de los jugadores. El Circo Romano Posmoderno.

Por otro lado, sostengo, como muchos, que las mujeres solemos tener menor conciencia de grupo y que somos más competitivas que los hombres debido a la falta de un juego impuesto socialmente al género.

Quedan seis días para la finalización del Mundial Sudáfrica 2010. El país con nombre de río en el que nací tiene chance de ganar. Generaciones enteras viven esto por primera vez. Debo reconocerme altamente fanatizada y totalmente emocionada.
Lloré con el último partido.
Participé de los festejos por 18 de julio. Intercambié miradas de alegría con la gente (los niños tenían los ojos más grandes que nunca). Creo que juntos compartíamos uno de esos momentos efímeros de felicidad; instancias necesarias en una época en donde priman los individualismos, en donde la sociedad está cada vez más fragmentada, en donde ya no se persiguen utopías colectivas.

Me pregunto qué pasaría si ganáramos. Cuánta incidencia tendría esto en la autoestima del pueblo todo. Imagino a mis alumnos pseudoadolescentes (tempranamente desesperanzados y desmotivados) con ganas de hacer cosas. ¿Hasta dónde beneficiaría este triunfo al Estado Uruguayo (sediento por seguir creciendo)? ¿Cambiaría su status en las relaciones internacionales?.

Hace unos días leí algo que me pareció interesante. Es sabido que el Estado Sudafricano ha gastado una gran suma de dinero (traducido a miles de millones de euros) para ser el locatario de este evento. Sudáfrica, país socialmente desigual, todavía necesita invertir mucho en sus políticas educativas, de salud, vivienda y empleo. Desmond Tutu (Arzobispo de Ciudad del Cabo y Premio Nobel de la Paz), sostiene al repecto que “seguramente se va a perder dinero y la mayoría de estadios no se van a usar más, pero el beneficio psicológico, el sentimiento de orgullo nacional y de confianza en nosotros mismos que va a significar este Mundial no tiene precio”.

Lo cierto es que este tema da para pensar. Este Mundial es para muchas naciones mucho más que una celebración internacional llena de banderas de distinto color, con cánticos en distintos idiomas. El alcance es mucho mayor. La competencia es mucho más profunda.

Veremos qué sucede con Uruguay. Yo, por las dudas, ya voy pelando las chauchas.